Muchos de nosotros hemos experimentado la pérdida de algo o alguien importante para nosotros; ese algo o alguien con quien habíamos construido un lazo significativo. Y esa experiencia de pérdida se tradujo en dolor. Cabe destacar que al hablar de “perder a alguien o algo significativo” no necesariamente nos referimos a que ese alguien o algo haya muerto (sí puede ocurrir, y sí las personas pueden vivir un proceso de duelo tras la partida de un ser querido; pero el fallecimiento de un cercano no es la única forma de duelo). Y es importancia ser capaz de reconocer lo siguiente: hablar de duelo no es única y exclusivamente hablar de muerte.
Por ejemplo, podemos experimentar el mismo sentimiento de pérdida y eventual dolor tras el abandono de alguno de nuestros padres; vivenciar un proceso de duelo tras el quiebre de una amistad o relación muy significativa; vivir la necesidad de mudarnos y, por ende, de alejarnos de un lugar que por mucho tiempo fue nuestro hogar; perder un trabajo que teníamos en alta estima; el extravío de una mascota que considerábamos como un miembro más de nuestra familia, entre muchos otros ejemplos. En resumen, aunque la muerte es la presentación más comúnmente aceptada de duelo en nuestra sociedad, el duelo es más amplio y abarca otros tipos de pérdidas, todas ellas significativas.
Todas las situaciones nombradas anteriormente representan ejemplos de una pérdida importante, frente a la cual nosotros nos enfrentamos y respondemos. Es así como a esta respuesta por parte de nosotros frente a una pérdida significativa la llamaremos “duelo”.
En términos formales, el duelo es la respuesta emotiva o psicológica natural a la pérdida de alguien o de algo significativos con la que se había construido un vínculo afectivo. El ejemplo de duelo más presente en nuestra conciencia es la muerte o partida de un ser querido. Sin embargo, y reitero, tal como dijimos previamente, podemos estar viviendo un proceso de duelo sin que haya ocurrido muerte alguna: los últimos ejemplos a dar son el duelo por la disolución de un matrimonio, por la pérdida de una función mental o incluso por la pérdida de una parte de nuestro cuerpo (en casos de amputación).
El duelo se manifiesta como un proceso por el cual nosotros como peregrinos debemos transitar; es un proceso construido con nuestras propias reacciones frente a la separación o la pérdida.
Hemos de reconocer que este proceso suele ser largo, lento y doloroso. Su magnitud, repercusión o efecto sobre nosotros es variable. Es decir, si consideramos 10 personas que sufrieron la muerte de su cónyuge, estaremos más que seguros que ninguno de ellos vivirá el duelo con la misma intensidad. Cada uno de nosotros vive el duelo de manera distinta. Entre los factores que explica esta variabilidad se reportan la dimensión de lo perdido y las características peculiares de cada persona.
¿Cuál es el propósito del duelo?
En caso de que sea posible hablar de un propósito del duelo, este sería adaptarnos y armonizar nuestra situación interna y externa frente a una nueva realidad. En otras palabras, el duelo es un viaje durante el cual nosotros progresivamente nos adaptamos a un nuevo mundo sin nuestro ser querido.
¿Cuáles son algunos de los componentes del duelo?
Hemos de reconocer al menos tres componentes
(a) el duelo es una reacción universal ante a una pérdida, en el sentido de que aparece en todas las culturas, y puede afectar a cualquier persona (sin distinción alguna). Por lo tanto, recordemos que el duelo es un fenómeno natural y universal.
(b) Produce sufrimiento, con repercusión física y emocional. Es un proceso que implica dolor, desconcierto y sufrimiento, lo que nos afecta a nivel físico, emocional, intelectual, conductual, espiritual y en las relaciones que establecemos con los demás.
(c) Muy estrechamente asociado a lo anterior, el duelo puede afectar negativamente a la salud de la persona que lo experimenta. Aunque muchas personas no requieren la orientación o asistencia de especialistas para enfrentar su proceso personal de duelo, algunas otras personas sí necesitan la ayuda de profesionales capacitados debido al potencial riesgo que dicha situación adversa ha llegado a constituir para su salud física y mental.
¿Qué implica elaborar el duelo?
Durante este proceso nos ponemos en contacto con el vacío que ha dejado la pérdida; valoramos su importancia; experimentar sufrimiento y vivimos la frustración que conlleva la ausencia de ese alguien o algo significativos.
¿Cuándo se termina el duelo?
La duración del duelo es variable, aunque algunos autores refieren que suele ser entre 1 y 3 años, siendo los 2 primeros años los más difíciles. El duelo acaba cuando uno es capaz de recordar a ese alguien o algo perdidos sintiendo poco o ningún dolor; cuando hemos aprendido a vivir en ausencia de aquello que ya no está; cuando hemos dejado de vivir en el pasado y podemos invertir de nuevo toda nuestra energía en el presente y en lo que tenemos alrededor.
Puntos clave
– El duelo es una respuesta natural y universal frente a la pérdida.
– Es un proceso en el cual nos adaptamos a una nueva realidad sin nuestro ser querido.
– Son señales de que el duelo está finalizando cuando somos capaces de recordar y hablar de la persona querida sin dolor, establecemos nuevas relaciones y aceptamos los desafíos de la vida.