Como miembros de un grupo de adoración nuestro anhelo es que la congregación participe de manera activa en el periodo de alabanza con cantos y demostraciones de júbilo en las canciones que invitan a regocijarse, y con una actitud solemne y reverente en aquellas que exaltan a Dios por lo que Él es. Sin embargo, ello no siempre sucede y, en ocasiones, nos encontramos ante un auditorio pasivo y distraído.
La hermandad podrá pensar que tal vez el grupo de adoración no está “muy ungido” esa semana, y pudiera surgir un sentimiento de culpa en el ministerio de alabanza.
El objetivo de este apartado es exponer algunos de los motivos que pueden impedir que un cristiano adore en espíritu y verdad. No se trata de exonerar al ministerio de su responsabilidad, pues resulta básico comprender que al ser ministro de alabanza se debe vivir en santidad y constante comunión con Dios. Más bien, el objetivo de este capítulo es comprender que no siempre la hermandad se encontrará dispuesta para adorar a Dios, y que no debemos forzar manifestaciones ni apelar a emociones para sentir que la adoración es genuina. Y que, por el contrario, pudiera existir una hermandad muy pasiva y silenciosa que, sin embargo, goza de una hermosa comunión con Dios.
Palabras claves: obstáculo, alabanza, adoración.
Lea el capítulo completo aquí Obstáculos para la alabanza